sábado, 18 de junio de 2016

Casablanca

A la corporación
El local estaba casi vacío.
Definitivamente era un buen lugar,
oscuro, rancio
plagado de recuerdos.
Un tipo levantó la vista
y dio una bocanada a su cigarro,
yo encontré un sillón
donde apoyar mi hastío, las ganas de estar sola.
Noté su mirada explorar mis piernas
no quise comprobar
necesitaba sentirla.
Vacié el bolso sobre la mesa
con la esperanza de encontrar tabaco
pero entre los escombros
de tanta cosa inútil me faltaba lo necesario:
Una voz con timbre de jazz
 me sacó del autismo;
dejó sobre mi mesa un vaso de ron, un cigarro,
un libro de Carver y media sonrisa;
- Buenas tardes señorita
que lo disfrute.
Y desapareció...

Rosario Martín

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